La eficacia de rezar unidos por una intención.
“Donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mt 18, 20)
Cuando nos unimos para rezar por una misma petición, la oración tiene un fruto aún mayor: expresa el enorme deseo de amarnos los unos a los otros como Cristo nos ha amado y, como tal, Dios la recibe con todo su amor, dispuesto a atenderla con especial cariño.
¿Por qué es tan importante la oración, que hasta Jesús oraba?
El Evangelio muestra frecuentemente a Jesús en oración. Lo vemos en muchos pasajes retirarse para orar ante los momentos decisivos de su misión y, también, para pedirle al Padre por las necesidades de quienes lo seguían. De hecho, toda la vida de Jesús es oración, pues está en constante comunión de amor con el Padre.
Esperar en Dios
La oración no es un simple sentimiento, sino un acercarse a Dios con toda nuestra confianza puesta en Él, que es un Padre que nos ama y está deseoso de atender nuestras peticiones.
Lo que no debemos hacer es caer en la desesperanza cuando una intención no es atendida de la forma en que esperábamos. Él, como Dios y Padre nuestro, siempre quiere y provee lo mejor para sus hijos, aunque, en ocasiones, no coincida con lo que le pedíamos.
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